jueves, noviembre 01, 2007

No consigue evitar que se caguen en su cara

Alistair Galpin es un superman de la chorrada, un auténtico campeón neozelandés conocido en todo el mundo por haber batido 40 récords Guiness a lo largo de toda su gilivida. Pero él no está contento con las proezas que ya ha realizado, quiere más, está ávido de triunfos y pretende ir todavía más lejos.
Ahora, su nueva meta es batir el récord de caracoles vivos pegados a la cara, hazaña que no está exenta de peligrosos obstáculos según cuenta el plusmarquista sin vergüenza: “La verdad es que he estado practicando mucho, pero el problema es que no consigo evitar que se caguen en mi cara cada vez que me los pongo. Evidentemente, se ponen muy nerviosos mis pobres pequeños”. (Yo le animo a que se los pegue de estos. -Es probable que muera aplastado o devorado pero seguiría siendo nuestro campeón neozelandés y su gran labor hacia la humanidad sería todavía más reconocida si cabe.-)
Galpin asegura que cuida muy bien de sus caracoles y que los devuelve al jardín después de cada entrenamiento por lo que los ecologistas tocapelotas pueden estar la mar de tranquilos: “Tienen que estar contentos y bien cuidados, pues el récord depende también de ellos. No lo podría hacer sin mis colaboradores.”
Pero ahí no acaba la cosa. El recordman pretende batir otras dos marcas el mismo día. Primero intentará rasgar el mayor número de camisetas en un minuto y después tratará de romper la marca de cantidad de gelatina comida con palillos chinos. Y es que Galpin es todo un experto en batir desafíos. Entre sus gestas más brillantes destacan el apretón de manos más largo (se dice que estuvo días meneando la mano de su ayudante) o el récord de piedras preciosas pegadas al cuerpo con cola.
Es el puto amo.

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