jueves, septiembre 11, 2008

La ley soy yo

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), órgano de gobierno de los jueces españoles, imponía por unanimidad ayer miércoles al titular del juzgado de lo Social número 3 de Toledo una multa de 5.000 euros por abuso de autoridad y desconsideración con los funcionarios y otra de 2.500 euros por multar de forma injustificada a su secretario judicial. Y es que este juez acostumbraba a orinar en los lavabos de su despacho con la puerta abierta mientras dictaba resoluciones, y los funcionarios, a quienes trataba "como si no fueran personas", se quejaban de su hedor corporal. No harto con eso, el magistrado solía pronunciar en el juzgado frases como "la ley soy yo" y "aquí se hace lo que digo" e incluso una vez mandó a un funcionario a comprarle una docena de huevos. ¡Con dos cojones! (Eso sí, éste se negó a hacerlo y no tomó represalias. Qué decepción. Se ve que la fuerza la perdía por los podridos poros de su cuerpo.) Y es que la situación llegó a tal extremo que alguna que otra funcionaria decidió colocarse un fular en la boca y nariz para apaciguar el nauseabundo olor que emanaba de este portento de la Justicia con mayúsculas y una de ellas se vio obligada a salir del despacho para vomitar fuera debido a la repulsión que le producía ese ambiente y comportamiento de tan peculiar juez.
Añadir a todo lo contado una profunda halitosis, falta de limpieza en ropas y aseo, hurgarse de manera indecorosa en los pies, oídos o nariz en presencia de sus ayudantes,... Así, nada más llegar el magistrado a su despacho se dirigía con un "¡venga, a darle a la manivela!" al funcionario encargado de copiar el dictado de las sentencias. En un tono autoritario, conminativo, altisonante y a gritos daba órdenes como "¡vengaaaa!, ¡quitaaaa!, ¡cortaaaa!, ¡copiaaaa!, ¡negritaaa!". Ese trabajo se realizaba en su despacho, con una separación mínima, unos ochenta centímetros, entre el juez y el funcionario de turno, por lo que éste se veía forzado a soportar su tremebunda halitosis y mal olor general.
El trato diario también se ve distaba mucho del que se puede considerar mínimamente correcto, habiendo llegado a decir de manera despectiva a una funcionaria que se quejaba por la contaminación del ambiente del despacho por el humo del tabaco, que estaba gorda o que él también querría que le abanicase un negro. Y cuando una funcionaria asmática se quejaba por el frío producido por el aire acondicionado, le espetaba que "peor están los albañiles que tienen que picar".

1 comentarios:

Blogger Pocomancha ha dicho...

La justicia está hecha polvo, y los jueces se creen Dios, por eso, cuando llegan a un caso que no les interesa, ponen el expediente debajo de todos, total, ya llegarán. Este hombre es el más claro ejemplo.

Por cierto, me parece un blog muy interesante, y como lo acabo de descubrir tienes un premio en mi blog para recoger. Saludos.

12:47 p. m.  

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