La ley soy yo
El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), órgano de gobierno de los jueces españoles, imponía por unanimidad ayer miércoles al titular del juzgado de lo Social número 3 de Toledo una multa de 5.000 euros por abuso de autoridad y desconsideración con los funcionarios y otra de 2.500 euros por multar de forma injustificada a su secretario judicial. Y es que este juez acostumbraba a orinar en los lavabos de su despacho con la puerta abierta mientras dictaba resoluciones, y los funcionarios, a quienes trataba "como si no fueran personas", se quejaban de su hedor corporal. No harto con eso, el magistrado solía pronunciar en el juzgado frases como "la ley soy yo" y "aquí se hace lo que digo" e incluso una vez mandó a un funcionario a comprarle una docena de huevos. ¡Con dos cojones! (Eso sí, éste se negó a hacerlo y no tomó represalias. Qué decepción. Se ve que la fuerza la perdía por los podridos poros de su cuerpo.) Y es que la situación llegó a tal extremo que alguna que otra funcionaria decidió colocarse un fular en la boca y nariz para apaciguar el nauseabundo olor que emanaba de este portento de la Justicia con mayúsculas y una de ellas se vio obligada a salir del despacho para vomitar fuera debido a la repulsión que le producía ese ambiente y comportamiento de tan peculiar juez.
Añadir a todo lo contado una profunda halitosis, falta de limpieza en ropas y aseo, hurgarse de manera indecorosa en los pies, oídos o nariz en presencia de sus ayudantes,... Así, nada más llegar el magistrado a su despacho se dirigía con un "¡venga, a darle a la manivela!" al funcionario encargado de copiar el dictado de las sentencias. En un tono autoritario, conminativo, altisonante y a gritos daba órdenes como "¡vengaaaa!, ¡quitaaaa!, ¡cortaaaa!, ¡copiaaaa!, ¡negritaaa!". Ese trabajo se realizaba en su despacho, con una separación mínima, unos ochenta centímetros, entre el juez y el funcionario de turno, por lo que éste se veía forzado a soportar su tremebunda halitosis y mal olor general.
El trato diario también se ve distaba mucho del que se puede considerar mínimamente correcto, habiendo llegado a decir de manera despectiva a una funcionaria que se quejaba por la contaminación del ambiente del despacho por el humo del tabaco, que estaba gorda o que él también querría que le abanicase un negro. Y cuando una funcionaria asmática se quejaba por el frío producido por el aire acondicionado, le espetaba que "peor están los albañiles que tienen que picar".
1 comentarios:
La justicia está hecha polvo, y los jueces se creen Dios, por eso, cuando llegan a un caso que no les interesa, ponen el expediente debajo de todos, total, ya llegarán. Este hombre es el más claro ejemplo.
Por cierto, me parece un blog muy interesante, y como lo acabo de descubrir tienes un premio en mi blog para recoger. Saludos.
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