Ay, La India, ese hermoso país de... bueno, ese hermoso país.
No os engañéis, el hindú que lleva la bici es ciego, así que qué mas da que la espesura no le deje ver el camino. Si no ve. Es lo mismo. Tanto monta monta tanto, Isabel como Fernando.
(He visto autobuses con menos gente.) Esto es lo que allí llaman: el motobús. Mucho más rápido y funcional que el bus tradicional. (Los más sabios del país ahora andan buscando la manera de asemejarlos a los buses londinenses de dos plantas. Está muy avanzado el proyecto, no os creáis. Los pasajeros de abajo llevarán un tablón largo de madera apoyado sobre sus cabezas mientras el de atrás, a su vez, -en función rotatoria, obviamente, que alguna vez se ha de bajar- portará una pequeña escalera por la que podrán subir los viajeros en cada parada a lo largo del trayecto marcado en cada una de las diferentes líneas del motobús. El problema es que a todos nos gusta ir arriba y claro... pero las mentes locales más despiertas están en ello, buscando soluciones. Y las encontrarán.)
Éste es el amigo de los pavos. No va a ningún lado sin ellos. Ahora mismo se dirige a buscar a su novia para llevarla al cine y a la discoteca. (Sonríe porque intuye que esta noche habrá sexo. Qué pillo.)
Y es que en la vida de un hindú que disponga de un transporte de dos ruedas no hay imposibles. Son los reyes del mambo. Dioses sobre el asfalto.
Algunos van incluso un paso más allá en la búsqueda de sensaciones nuevas convirtiendo sus motocicletas en auténticos MONSTER TRUCKS, como este de arriba que va camino de las afueras de la ciudad para practicar su pasión más querida. Sueña con viajar a los USA y competir a gran escala para demostrar su valía -sobre todo a su padre que nunca creyó en él-.
Entre ellos no hay ocultas rivalidades ni oscuros egoísmos, son como una gran familia que no tiene secretos, y los conocimientos de unos son transmitidos a otros en sabios consejos y enseñanzas teórico-prácticas que enriquecen -de generación en generación- todavía más...
...si cabe, su fraternal mundo de dos ruedas cual si se tratare de un espejo en el que se reflejare su transparente y armoniosa alma.
Algunos, los más jóvenes principalmente, por qué no, nada ajenos a la última moda que les llega de fuera, son dados también al tuning, como el fresco hindú de la imagen superior que ha colocado dos barras desechables de hielo acondicionado en su transporte...
...O como el erudito estudiante de Historia que antecede tan humildes palabras (palabras que sufren denostadamente por describir con cierta corrección el maravilloso microcosmos que envuelve a la India), tan aficionado a la Historia, él, sin duda, que le ha dado por rememorar aquellos torneos medievales de épocas pasadas colocando una serie de lanzas cual un Quijote en busca de sus molinos gigantes fuese. ¡Qué hermoso! ¡¡¡Embiste, Hidalgo caballero, embiste, que perros ladran,... señal de que cabalgas!!!
Por último, no podemos olvidarnos de los vip, la very important people de la India que en sus limusinas de dos ruedas no se hallan sin la ya clásica nevera, artilugio que da siempre ese toque elegante y señorial en los transportes de los más poderosos hombres de negocios hindúes.
Desde que las vanguardias y Marcel Duchamp rompieron los angostos límites del arte, nada parece imposible en este mundo de locos. A veces ni siquiera improbable, solo, quizá, algo desagradable o escatológico.
